Escrito por: Minelis Acevedo | Maleta en mano
Cuando mencionan la palabra “dieta” ¿qué llega a tu mente? ¿Qué es lo primero que piensas? Muchos podríamos pensar “pasar hambre”, “comer menos”, e incluso pensar “eso no es para mí”. Hay un factor importante que considerar en cuanto a temas de salud se refiere. Es que los medios de comunicación, ya sean televisivos o en las redes sociales, han transgiversado lo que conlleva un estilo de vida saludable.
A diario somos bombardeados por la publicidad y los estereotipos. Los estereotipos son construcciones subjetivas que un individuo o grupo de individuos realiza sobre otro individuo o grupo. Aunque son construcciones sin fundamento científico, lamentablemente, nos afectan de una forma o de otra. En mi caso recuerdo como de muy joven fui afectada por comentarios sobre mi aspecto físico. Ciertamente mi estado emocional y mental fueron perjudicados y tuve que lidiar con ello a lo largo de toda mi juventud.
Es que “nos comemos el cuento” que los medios nos venden. Nos presentan a est@s súper modelos con un cuerpo esbelto, cabello largo, ojos claros, piel reluciente y sin mancha alguna y unos abdominales que hacen delirar a cualquiera. Debemos preguntarnos si realmente necesitamos tener un cuerpo como el que nos presentan, si es saludable tener un cuerpo así y si lo han logrado sin alguna intervención quirúrgica.
En este post abundaremos sobre la importancia de mantener una salud física en óptimas condiciones sin buscar querer cumplir con los estereotipos que nos proponen la sociedad, sino porque es lo que mejor podemos hacer por nosotros mismos. ¿Por qué debemos cuidar nuestra salud física? Nuestro cuerpo constituye una parte esencial de nuestro ser. Es el instrumento que utilizamos para movernos y es el hogar de nuestra mente y nuestro espíritu. Es importante que esté en las mejores condiciones posibles para poder vivir la vida en plenitud y en armonía con todo nuestro ser. Así que de la misma forma que cuidamos con esmero de otras áreas en nuestra vida, debemos ser igualmente de responsables con el cuidado que le damos a nuestro cuerpo.
Podemos comenzar evaluando qué comemos y cuando lo comemos. Nuestros hábitos alimenticios corresponderán al estilo de vida que llevamos. Si llevamos una vida muy ajetreada en la cual no nos damos la oportunidad de sentarnos a comer un desayuno completo ya estamos comenzando el día con un pie cojo. Una alimentación sana nos ayuda a sentirnos con energías, con fuerza y nos ayuda a prevenir molestias. Aunque hay muchos factores a considerar a la hora de prevenir o provocar enfermedades, tales como la herencia genética y factores ambientales, también llevar una dieta adecuada es fundamental. A diferencia de los otros factores la alimentación sí podemos controlarla. Bien dicen que somos lo que comemos.
Hace unos años comencé a sentir molestias y fuertes dolores en mi cuerpo. Luego de varios estudios me diagnosticaron Artritis Reumatoide. Los factores genéticos jugaban un rol importante, pero el estilo de vida que llevaba era el responsable principal. Vivía con un estrés continuo, con pocas horas de sueño y una alimentación poco saludable y desbalanceada. Inconscientemente yo era mi propia enemiga. Un tiempo más tarde luego de no soportar los dolores y los contratiempos que conllevaba me permití explorar opciones y abrirme a otras posibilidades.
Decidí investigar sobre alternativas para mejorar mi calidad de vida más allá de las opciones que la medicina tradicional me ofrecía. Para mi sorpresa, muchas otras personas habían experimentado lo mismo que yo y se lanzaron a hacer cambios considerables en sus vidas. De mi parte me propuse comenzar a hacer cambios en mi estilo de vida. Comencé poco a poco dejar de consumir alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares. Como consecuencia y para que tengan una idea de lo perjudicial que es el azúcar en nuestro cuerpo, al eliminar el azúcar durante seis semanas, había perdido alrededor de 10 libras, sin realizar ningún otro esfuerzo. El dolor en mis articulaciones comenzó a disminuir, especialmente en mis rodillas. Fue entonces cuando decidí que podía hacer aún más por mejorar mi salud física, y por ende, mi salud general.
Ante los resultados de los cambios que estaba haciendo, me propuse comenzar a dejar de consumir alimentos altos en carbohidratos y productos con glúten. Les confieso que fue la parte más retante del proceso ya que era una adicta al arroz blanco, al pan de panadería, a las pastas y a todo tipo de carbohidrato. Mi nueva dieta consistía en alimentos ricos en fibra, antioxidantes y proteínas vegetales. Optaba siempre por alimentos frescos y preparados al momento y evitaba ingerir alimentos procesados o congelados (a menos no los compraba congelados). El producto fresco siempre conserva mejor los antioxidantes que las enlatadas, cocidas o procesadas. Además, las frutas enteras conservan mejor su valor nutricional que los zumos.
Posteriormente, incluí una rutina de ejercicios, donde caminaba entre 30 a 50 minutos diarios y los combinaba con ejercicios de meditación, yoga y levantamiento de pesas. Todos estos cambios fueron paulatinos, pero constantes. Los mismos se hicieron parte integral de mi vida diaria. Al cabo de nueve meses de haber comenzado, había perdido aproximadamente 40 libras. Los dolores en mis rodillas y el resto de las articulaciones eran mínimas o nulas y la rigidez mañanera de mis manos había cesado. Mi artritis reumatoide se encontraba en una remisión. Luego de años con dolores y noches sin dormir alcancé un estilo de vida que me beneficiara y permitiera disfrutar de una calidad de vida viable y sustentable.
Luego de un embarazo y de lactar a mi niña por un año, continúo con mi dieta, aunque con otras variantes que satisfacen mi nuevo estilo de vida. He alcanzado mi peso antes del embarazo aunque aún no he logrado de todo una rutina de sueño que me permita descansar lo suficiente para que mi artritis reumatoide logre estar en remisión nuevamente. Aún así me siento con fuerzas y la energía necesaria para enfrentar cada día con una actitud asertiva y productiva.
Tomar decisiones a favor de un estilo de vida saludable, más allá de mantener una dieta o cumplir con estereotipos, son pasos que nos llevan hacia una vida más plena y abundante. Son, en fin, pasos que aligeran nuestra carga de enfermedades, malestares y de una baja calidad de vida. Anímate a reclamar una mejor vida, con decisiones sencillas pero concretas y con objetivos claros, que redunden en pasos ligeros que nos permitan caminar a la transformación que tanto hemos anhelado.
*Recuerde que esta información es basada en mi experiencia y la comparto como información general. No constituye un fundamento definitivo para el diagnóstico ni el tratamiento de ningún caso específico. Es muy importante que investigue y consulte a un especialista acerca de su problema o situación.
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Siempre lo mejor,
Minelis